Fuente: http://www.ecoportal.net
28/06/11
Llama la atención el hecho de que para aprobar las autorizaciones de OGM en diversos países se utilicen sólo los datos de las empresas productoras de los transgénicos como evidencia de inocuidad. Tal fue el caso de Bolivia, que durante el gobierno de Mesa Gisbert se instruyó la aprobación de la Soya Roundup Ready, por presión de los productores, no obstante que en reuniones expresa desde la delegación de la Universidad y del Ministerio de Salud se advirtió de los riesgos (que después, fueron probados) tanto a los funcionarios de SENASAG, que esgrimieron como base científica de inocuidad precisamente los estudios de la empresa Monsanto (productora de la semilla y del glifosato), como a los del entonces Ministerio de Desarrollo Sostenible.
Ante la solicitud de algunos productores de Santa Cruz para que se autorice la introducción y siembra de maíz transgénico, bajo el argumento de un mejor rendimiento que permita cubrir la demanda actual –que, según ellos, no se cubrirían con las variedades convencionales-, se incorpora nuevamente en la agenda pública de debate el tema de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM's).
¿Qué son los productos transgénicos?
Indudablemente, la transgénesis es un procedimiento biotecnológico que ha representado un importante avance en la obtención de recursos biológicos especialmente para la salud humana. Tal es el caso de la producción de insulina y de citoquinas en bacterias o de anticuerpos en habas. En estos casos se insertan genes que provienen de células humanas –células b de páncreas o linfocitos, en los casos mencionados- en células de otras especies con alta capacidad de reproducción y producción (habitualmente bacterias muy estudiadas como E. coli). Las proteínas generadas son purificadas y su estructura es estrictamente idéntica a la humana, de modo que su administración no incorpora ningún riesgo para la salud; por el contrario, resuelve problemas vinculados a la dificultad de obtener estos agentes biológicos por otros medios. En el caso de los alimentos llamados transgénicos, el panorama es diferente: se incorporan genes de otras especies en las especies de consumo alimentario, tal es el caso del gen Bt de una bacteria (Bacillus turingiensis) que codifica para una toxina (C RAI-1) que mata a los insectos; esta toxina está presente en el alimento y cuando éste es atacado por el insecto, en sus diferentes fases evolutivas, se producen daños severos en su intestino. Este en el caso del maíz (Maíz Bt) planta transgénica resistente al ataque de las larvas de los dípteros.
El otro caso relevante es el de las variedades de soya o maíz en las que se incorpora un gen que las hace resistentes a un herbicida (glifosato). Este gen también proviene de una bacteria y codifica para una enzima (Shikimato-sintasa) que sustituye a la original de la planta y no interactúa con el herbicida, a diferencia de la enzima natural que sí lo hace y, como consecuencia, se altera por completo el metabolismo de la planta. Al aplicar el glifosato a las plantas "normales" todas mueren excepto la variedad transgénica que ahora es resistente al glifosato. Como efecto de este hecho se reduce el empleo de mano de obra para el deshierbado dentro la siembra y cosecha de soya o maíz. Ambos productos –la semilla de la variedad transgénica y el herbicida- son provistos por la misma empresa. En resumen, los alimentos transgénicos sintetizan moléculas que son ajenas tanto a la especie productora del alimento como a la especie que lo consume. Estas moléculas están mezcladas con el conjunto de los componentes de dichos alimentos y así se ingieren. Asimismo, no es posible saber si el gen incorporado sólo produce estas moléculas (la toxina y la enzima bacteriana, en los ejemplos tratados) ya que tampoco se pueden excluir la posibilidad de "lecturas desplazadas" de la nueva secuencia de nucleótidos del ADN del gen incorporado o de la secuencia complementaria, lectura que pueda dar origen a otras proteínas no conocidas –no naturales- con efecto desconocido. Como esto último es sólo una posibilidad, su demostración requiere estudios probabilísticos muy extendidos y profundos que aún no se han dado.
Efectos sobre la Salud
La posibilidad de que los alimentos transgénicos afecten a la salud de los consumidores, es algo que preocupa a propios y extraños, precisamente por su composición que incluye moléculas extrañas a los alimentos y que, por tanto, son ajenas al proceso de co-evolución que ha mediado nuestra relación con las especies que cumplen el papel de alimentos en la naturaleza.
Para los fabricantes, las evidencias de que estos productos sean tóxicos en la población consumidora no existen. Pero hay que recordar que no es lo mismo ausencia de evidencia que evidencia de ausencia. Es decir no existen estudios independientes que demuestren que los productos transgénicos sean inocuos; los pocos reportes sobre su inocuidad en realidad discuten el hecho de no existir reportes de daño en los consumidores. Esto, de manera obvia no será posible, ya que para demostrar daño en algún órgano y asociarlo al consumo de estos alimentos, se requieren extensos estudios estadísticos que disocien las causas de dichas afectaciones, ya que las diferentes patologías pueden ser iguales ante diferentes causas. Sin embargo, en el caso del maíz, concretamente del maíz Star link (que alguna vez fue parte de una donación norteamericana), que incorpora la toxina Cry9C, fue conocido el rechazo que hizo la FDA (Food and Drug Agency) de los EEUU para consumo humano por sus efectos alergénicos y de afectación intestinal -que, como toda alergia, no se presenta en todos, como corresponde a un hecho probabilístico que depende del sujeto y sus circunstancias biológicas- lo que determinó que este producto fuera recogido del mercado en los EEUU (1).
Parece importante hacer notar que las investigaciones que muestran inocuidad de los alimentos transgénicos están hechas en laboratorios de las propias empresas productoras (2)(3),o en laboratorios contratados por las mismas; ésto siempre ha generado suspicacias en los consumidores, en las organizaciones de productores agrícolas y en algunos gobiernos. Tal es así que una Corte alemana obligó a Monsanto, empresa que fabrica semillas transgénicas y glifosato a mostrar sus datos crudos de la investigación llevada a cabo en sus laboratorios, para mostrar la inocuidad del maíz transgénico en ratas. Un grupo independiente de científicos re-examinó dichos datos y aplicó procedimientos estadísticos apropiados, tras lo cual pudo evidenciarse –a diferencia de la que publicó la empresa- que existieron efectos hepato y nefrotóxicos así como cambios drásticos en la química sanguínea (triglicéridos) y en la excreción renal (4) en las ratas que consumieron productos transgénicos. En otras palabras, en sus propias investigaciones se observó toxicidad del maíz transgénico, información que no fue difundida por la empresa. Recientemente, otras investigaciones experimentales en animales realizadas en diversos laboratorios han mostrado diversos grados de afectación en diferentes órganos y sistemas (5). Asimismo, se demostró en modelos experimentales que existen alteraciones en la respuesta inmune en animales de edad avanzada y emaciados que consumieron maíz transgénico (6); efectos similares aunque menos ostensibles fueron encontrados en animales jóvenes (7). Trastornos en la capacidad reproductiva de animales que consumieron estos productos también fueron reportados en estudios llevados a cabo en laboratorios austriacos (8). Lo que no ha podido detectarse es la existencia de una mayor potencia alergénica de la soya transgénica en estudios clínicos(9, 10), no obstante que a nivel experimental se detectó la capacidad de la soya transgénica de inducir respuestas inmunes mediadas por IgE, anticuerpo propio de las respuestas contra sustancias alergénicas (11).
Por su parte, los datos sobre inocuidad del glifosato (el herbicida) han sido obtenidos por laboratorios contratados por las empresas productoras del herbicida. Sin embargo, estos (Craven Labs e Industria Biotest Laboratories) fueron acusados de fraude por la EPA (Environmental Protection Agency), condenando a prisión a sus empleados y a multas millonarias a dichos laboratorios, por falsear los datos (12,13,14). En cambio, la toxicidad del glifosato tanto en células humanas como en especies de la flora y fauna ha sido mostrada por varios estudios recientes, entre los cuales destacan los que muestran su efecto genotóxico (mutagénico) demostrado por modernos procedimientos de biología molecular y celular(15,16,17), así como su efecto inductor de stress oxidativo (18), daño en células mononucleares de la sangre (19), inducción de muerte celular en células embrionarias y placentarias (20) incluyendo la afectación de su funcionamiento hormonal o endócrino (21). En fin, múltiples efectos tóxicos en la salud, demostrados en diferentes órganos y sistemas, tanto por exposiciones accidentales e intoxicaciones como por efectos por consumo en alimentos contaminados, son citados en diferentes revisiones (22,23)
En línea con lo anterior, la asociación entre la exposición a glifosato y la presencia de cáncer ha sido demostrada en diversos trabajos científicos. En sucesivos estudios epidemiológicos la asociación con linfoma no-Hodking (aumento de la frecuencia de casos en la población de sujetos expuestos, comparada con población no expuesta), fue demostrada en Suecia (24,25,26) y Canadá (27) y la asociación con Mieloma múltiple en EEUU (28,29). Tales estudios han recibido reclamos y cuestionamientos por parte de la empresa productora de las semillas y el herbicida, los mismos que fueron rebatidos ampliamente por los autores (30,31). Por su parte, la relación entre glifosato y cáncer también fue respaldada por estudios de laboratorio en la piel de animales experimentales (32).
Por último, cabe resaltar que la manipulación genética realizada en el maíz transgénico ha unido el gen Bt a otro gen, utilizado como marcador genético para monitorear el proceso de construcción del producto transgénico, que produce resistencia a antibióticos beta-lactámicos (incluyendo la ampicilina); la posibilidad de la incorporación de este gen en las bacterias intestinales de quien consuma el alimento, induciendo así la presencia de cepas resistentes a estos agentes terapéuticos (lo que conlleva potenciales peligros en patologías infecciosas), ha sido demostrada en modelos experimentales en condiciones controladas (33). En este orden, debe recordarse que existen variedades de maíz (Ej.: Bt 176) que tienen tanto el gen de la toxina Bt(CryA(b), el gen bar de un estreptomiceto, que provee resistencia al glifosato y el gen bla TEM que codifica para una b-lactamasa que, como fue reportado, otorgaría a los microbios de la flora intestinal resistencia a la ampicilina y a otros antibióticos b-lactámicos; lo anterior triplica las propiedades del maíz, pero también los riesgos.
No obstante todo lo anterior, llama la atención el hecho de que para aprobar las autorizaciones en diversos países se utilicen sólo los datos de las empresas productoras de los transgénicos como evidencia de inocuidad. Tal fue el caso de Bolivia, que durante el gobierno de Mesa Gisbert se instruyó la aprobación de la Soya Roundup Ready, por presión de los productores, no obstante que en reuniones expresa desde la delegación de la Universidad y del Ministerio de Salud se advirtió de los riesgos (que después, fueron probados) tanto a los funcionarios de SENASAG, que esgrimieron como base científica de inocuidad precisamente los estudios de la empresa Monsanto (productora de la semilla y del glifosato), como a los del entonces Ministerio de Desarrollo Sostenible (34). En Europa, el único país que autorizó la siembra de Transgénicos es España, con el respaldo de su Ministra de Ciencia y Tecnología, quien, interesantemente, es Presidenta de la empresa de Biotecnología Genetrix que trabaja en el tema y ha sido consejera del sector industrial en el campo biotecnológico.
Por todo lo anterior queda en evidencia que, sobre la base de abundantes datos científicos, ni los OGM´s ni el glifosato son inocuos para los humanos, por lo que se hace totalmente pertinente que el Estado Boliviano se suscriba al principio de precaución (35), en el marco de su misión de cuidar la salud de la población y, como se verá más adelante, de cuidar el ecosistema y el patrimonio genético del país.
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34) Carvajal R., Boric V. y Zeballos C. en representación de la Universidad Boliviana y del Ministerio de Salud, respectivamente, hicieron notar en las reuniones del comité de Bioseguridad que se requerían otros estudios además de los de Monsanto, los mismos que deberán hacerse en la universidad. Esto se menciona en el Decreto de aprobación, como condición para ratificar la autorización, pero dichos estudios nunca se realizaron.
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70) Ayala C., Vino B. Reportes recientes del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF) dan cuenta de las investigaciones de diversas variedades de maíz de alto rendimiento y de otras variedades que está en planes de producción. Según el INIAF el rendimiento por hectárea de la semilla de maíz depende de muchos factores, los rendimiento para maíz amarillo durante la gestión 2010 fueron de 2,4 tn/ha y para maíz choclero de 2,9 tn/ha. Sin embargo, se viene multiplicando semilla de una nueva variedad de maíz amarillo "Taiguaty", que en condiciones favorables llega a un rendimiento de 3,5 tn/ha. El híbrido "Conquistador" del cual se viene reproduciendo sus antecesores paternales, en una primera fase, el mismo que en condiciones favorables puede alcanzar un rendimiento de 5,0 tn/ha. Por tanto, el rendimiento supuesto para el maiz transgnico 4 ton/ha., es facilmete superable por las variedades locales.
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Ricardo Carrera
Blog: http://apiculturauruguay.blogspot.com/
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