21-09-2013
Fuente: http://www.radiopolar.com/
Expertos acusan falta de estrategias.
A nivel mundial, el porcentaje de colmenas que se pierde al año no supera el 12% y en Chile, históricamente se ha tenido una pérdida promedio de colmenas cercana al 20% anual. Sin embargo, desde hace unos años las cifras han ido aumentando de manera preocupante, pues existen zonas donde sólo durante la invernada los apicultores han perdido cerca del 50% de sus colmenas.
Según la médico veterinario y subdirectora del centro para el emprendimiento apícola de la Universidad Mayor, Patricia Aldea, existen múltiples causas que explican este fenómeno.
"Algunos investigadores mencionan el calentamiento global y sus efectos sobre la ecofisiología de la flora y fauna, ya que hay estudios que demuestran que el aumento de la temperatura, sumado al aumento del CO2 y de la disponibilidad del nitrógeno en suelo y aire, afectan las floraciones y, en consecuencia, la calidad del néctar, el período de floración y la cantidad de flores que genera una planta", explica.
Añade que la acumulación progresiva de diversos pesticidas y agroquímicos en el medio ambiente, los monocultivos y la eliminación de bosques, entre otros, son factores ambientales que son causales directos de enfermedades y reducción de las poblaciones de diversos insectos, entre ellos las abejas.
"Sin duda, estos factores han llevado a estos animales a tener menos herramientas para defenderse de estos patógenos. Habría que evaluar en cada zona apícola o país la relación entre los distintos agentes causales que han llevado a la pérdida masiva de colmenas, considerando que cada país tendrá una interrelación distinta de estos factores y esas consecuencias", señala Aldea.
¿Qué ocurre sin la existencia de las abejas?
Para la profesional, la principal consecuencia de la pérdida de colmenas es que existirán menos apicultores con abejas y colmenas sanas capaces de prestar servicios de polinización.
"Hay que considerar que cerca del 80% de los cultivos agrícolas requieren de las abejas para que sean polinizados y, por lo tanto, no se lograrán los rendimientos de las plantaciones ni los tamaños de las frutas y verduras característicos de exportación, lo que afectará la calidad de los productos finales", sostiene.
Según datos de Plan Bee, ONG chilena sin fines de lucro que busca proteger a las abejas, sin la existencia de éstas el 60% de las frutas y verduras que consumimos desaparecería, como las paltas, manzanas, limones, tomates, zapallo, sandías, melones y uvas.
"Actualmente hay 177.000 cultivos en Chile que requieren abejas para su producción", complementa el ejecutivo de Innovación Agraria, Juan Carlos Galaz.
Medidas para mitigar la situación y futuro de las abejas
Aldea cuenta que mientras a nivel internacional se han abierto fondos especiales para incentivar la investigación en el tema, creado subsidios a los apicultores, realizado catastros de la masa apícola para generar programas que velen por la sanidad de las colmenas y generado normativas que protegen a las colmenas con fuertes sanciones por robo o por uso de pesticidas agrícolas en predios colindantes a un apiario que resulten con pérdidas de colmenas, entre otros, en Chile la respuesta a esta situación ha sido lenta.
"Es como si el rubro apícola hubiese sido despriorizado, reduciendo los fondos para investigación y fomento. Además, hay escasos rubristas apícolas en las instituciones como el SAG e INDAP y no se ha logrado que se prohíba el uso de pesticidas que se sabe son mortales para las abejas", afirma.
Por su parte, Galaz, advierte que en nuestro país "la apicultura en su mayor parte está en manos de pequeños apicultores, y muchos de ellos no tienen la capacitación suficiente para enfrentar los desafíos actuales de la apicultura. Por eso se tiene muerte de colmenas. Sin embargo, hay otros pequeños apicultores que son miembros de organizaciones y cooperativas que se están capacitando y que son bastante profesionales y serios en su producción".
Sin embargo, la subdirectora del centro para el emprendimiento apícola de la Universidad Mayor es tajante respecto al futuro, pues asegura que no hay nada que haga pensar que la desaparición de las abejas vaya a terminar.
"No han surgido estrategias para evaluar las causas de estas mortalidades tan altas y, por lo tanto, no se sabe a ciencia cierta cómo resolver de forma eficiente esta situación", declara.
"Habrá cada vez una mayor demanda de colmenas polinizadoras que no podrán dar abasto, lo que disminuirá los niveles de producción agrícola. En el sector apícola irán desapareciendo colmenas y apicultores; disminuirá la disponibilidad de miel y de los otros productos de la colmena (polen, propóleo, jalea real y apitoxina) y, en general, muchas personas perderán su sustento y fuente de ingreso, transformándose, con el tiempo, en una crisis agrícola y ambiental", añade.
Fuente: http://www.radiopolar.com/
Expertos acusan falta de estrategias.
A nivel mundial, el porcentaje de colmenas que se pierde al año no supera el 12% y en Chile, históricamente se ha tenido una pérdida promedio de colmenas cercana al 20% anual. Sin embargo, desde hace unos años las cifras han ido aumentando de manera preocupante, pues existen zonas donde sólo durante la invernada los apicultores han perdido cerca del 50% de sus colmenas.
Según la médico veterinario y subdirectora del centro para el emprendimiento apícola de la Universidad Mayor, Patricia Aldea, existen múltiples causas que explican este fenómeno.
"Algunos investigadores mencionan el calentamiento global y sus efectos sobre la ecofisiología de la flora y fauna, ya que hay estudios que demuestran que el aumento de la temperatura, sumado al aumento del CO2 y de la disponibilidad del nitrógeno en suelo y aire, afectan las floraciones y, en consecuencia, la calidad del néctar, el período de floración y la cantidad de flores que genera una planta", explica.
Añade que la acumulación progresiva de diversos pesticidas y agroquímicos en el medio ambiente, los monocultivos y la eliminación de bosques, entre otros, son factores ambientales que son causales directos de enfermedades y reducción de las poblaciones de diversos insectos, entre ellos las abejas.
"Sin duda, estos factores han llevado a estos animales a tener menos herramientas para defenderse de estos patógenos. Habría que evaluar en cada zona apícola o país la relación entre los distintos agentes causales que han llevado a la pérdida masiva de colmenas, considerando que cada país tendrá una interrelación distinta de estos factores y esas consecuencias", señala Aldea.
¿Qué ocurre sin la existencia de las abejas?
Para la profesional, la principal consecuencia de la pérdida de colmenas es que existirán menos apicultores con abejas y colmenas sanas capaces de prestar servicios de polinización.
"Hay que considerar que cerca del 80% de los cultivos agrícolas requieren de las abejas para que sean polinizados y, por lo tanto, no se lograrán los rendimientos de las plantaciones ni los tamaños de las frutas y verduras característicos de exportación, lo que afectará la calidad de los productos finales", sostiene.
Según datos de Plan Bee, ONG chilena sin fines de lucro que busca proteger a las abejas, sin la existencia de éstas el 60% de las frutas y verduras que consumimos desaparecería, como las paltas, manzanas, limones, tomates, zapallo, sandías, melones y uvas.
"Actualmente hay 177.000 cultivos en Chile que requieren abejas para su producción", complementa el ejecutivo de Innovación Agraria, Juan Carlos Galaz.
Medidas para mitigar la situación y futuro de las abejas
Aldea cuenta que mientras a nivel internacional se han abierto fondos especiales para incentivar la investigación en el tema, creado subsidios a los apicultores, realizado catastros de la masa apícola para generar programas que velen por la sanidad de las colmenas y generado normativas que protegen a las colmenas con fuertes sanciones por robo o por uso de pesticidas agrícolas en predios colindantes a un apiario que resulten con pérdidas de colmenas, entre otros, en Chile la respuesta a esta situación ha sido lenta.
"Es como si el rubro apícola hubiese sido despriorizado, reduciendo los fondos para investigación y fomento. Además, hay escasos rubristas apícolas en las instituciones como el SAG e INDAP y no se ha logrado que se prohíba el uso de pesticidas que se sabe son mortales para las abejas", afirma.
Por su parte, Galaz, advierte que en nuestro país "la apicultura en su mayor parte está en manos de pequeños apicultores, y muchos de ellos no tienen la capacitación suficiente para enfrentar los desafíos actuales de la apicultura. Por eso se tiene muerte de colmenas. Sin embargo, hay otros pequeños apicultores que son miembros de organizaciones y cooperativas que se están capacitando y que son bastante profesionales y serios en su producción".
Sin embargo, la subdirectora del centro para el emprendimiento apícola de la Universidad Mayor es tajante respecto al futuro, pues asegura que no hay nada que haga pensar que la desaparición de las abejas vaya a terminar.
"No han surgido estrategias para evaluar las causas de estas mortalidades tan altas y, por lo tanto, no se sabe a ciencia cierta cómo resolver de forma eficiente esta situación", declara.
"Habrá cada vez una mayor demanda de colmenas polinizadoras que no podrán dar abasto, lo que disminuirá los niveles de producción agrícola. En el sector apícola irán desapareciendo colmenas y apicultores; disminuirá la disponibilidad de miel y de los otros productos de la colmena (polen, propóleo, jalea real y apitoxina) y, en general, muchas personas perderán su sustento y fuente de ingreso, transformándose, con el tiempo, en una crisis agrícola y ambiental", añade.
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