Uruguay cuenta con unas 740.000 hectáreas de bosque nativo, que se encuentra protegido por la Ley 15.939 que establece la prohibición de su tala, a excepción de los casos en que el producto de la explotación sea para consumo interno del establecimiento o cuando se cuente con un plan de explotación y manejo del monte nativo aprobado por la Dirección General Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.
La tala de árboles y el desmonte generan problemas ecológicos, económicos y sociales, a los que no estamos ajenos, debido a que los árboles son elementos constitutivos fundamentales en la mayoría de los ambientes naturales de nuestro territorio.
El desmonte de especies nativas no es algo extraño en nuestro campo, donde la matriz productiva --especialmente en lo que se refiere a la agricultura-- ha cambiado en forma drástica en los últimos decenios, con la expansión de la forestación y el boom sojero, por ejemplo.
Aunque existe reglamentación al respecto y hasta controles satelitales, lo cierto es que no siempre se han realizado intervenciones oportunas respecto al monte nativo por parte de quienes realizan la explotación productiva del territorio.
Por eso, iniciativas que apuntando a la sustentabilidad se proponen preservar el recurso natural y los ecosistemas asociados, no sólo deben ser respaldadas sino firmemente apoyadas.
Esto incluye por ejemplo, la protección y preservación de nuestros montes nativos que se realiza a través de la declaración de áreas protegidas y su incorporación al Sistema Nacional de Áreas Protegidas, o iniciativas de grupos de vecinos que, como está ocurriendo ahora en Paysandú realizan la reforestación de sectores de la ciudad con especies nativas como forma no sólo de concientizar sobre la necesidad de cuidar nuestro patrimonio vegetal, sino también propiciar su conocimiento y difusión, porque sabido es que difícilmente se cuide lo que no se conoce.
Este tipo de iniciativas, que actualmente está siendo llevada adelante por el grupo Paysandú Nuestro, que reforestará con especies nativas aproximadamente dos kilómetros de la costa sanducera con apoyo del Programa Pequeñas Donaciones y la Intendencia, es digno de ser destacado por tratarse de una idea que surge de la sociedad civil y realiza una contribución interesante con criterios de responsabilidad social y sustentabilidad.
Dependerá de cada uno de nosotros velar para que estos esfuerzos no resulten inútiles o desalentadores y cuidar entre todos lo que es de todos.
El Telégrafo, 18 Sep
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