Cada vez son mas fuertes las evidencias que dan cuenta acerca de la insustentabilidad del
actual modelo de producción agroindustrial (monocultivo de soja). Primero, demostramos
científica y técnicamente como el uso masivo e indiscriminado de los venenos del campo
(herbicidas, fungicidas, insecticidas) contaminan el ambiente impactando severamente
sobre la salud de la población (cáncer, leucemias, abortos espontaneos, linfomas, etc.).
Ahora, mostramos como la -actual práctica- de siembra directa, impermeabiliza y compacta
los suelos, haciendo perder capacidad de absorción de las aguas, las que terminan drenando
hacia las zonas mas bajas, principalmente hacia los poblados cercanos a los campos. Si bien,
cabe aclarar, que la práctica de "siembra directa", es una práctica ancestral que se utiliza
también en agricultura orgánica, como parte de las metodologías para regenerar suelo, el
tema es que , como ocurre siempre - cuando esa práctica es "apropiada" por la industria
tóxica, los es solo como medio para seguir generando dependencia "de sus insumos" (semilla
transgénica y agrotóxicos). De modo que, la técnica de la siembra directa, en manos de los
fumigadores, es una trampa: más agrotoxicos, más destrucción del suelo. A este fenómeno,
antrópico, debemos adicionarles otras intervenciones del hombre, los desmontes, las
canalizaciones clandestinas, etc. Una vez mas, la cruda realidad muestra el lado mas perverso
de este modelo de producción que solo genera ganancias para unos pocos en detrimento de
la gran mayoría. Los reclamos por infraestructuras y demás obras públicas solo son parches,
y promueven los negociados de los gobiernos de turnos, y resultan inútiles si es que no se
toman -de manera urgente e imperiosa -decisiones de fondo en torno al actual modelo de
producción agroindustrial. Siempre seguiremos corriendos detras del problema, en vez de
anticiparnos al mismo.
Gracia Peñi: Jeremias Chauque, por tus enseñanzas y por seguir desburrandome...
Para saber mas siga los enlaces:
Extraído de la la página facebook de Dario Avila, gracias a Francisco Sanyu
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