Zafra de rindes magros con varios frente de lucha: dificultad para llevar colmenas a zonas más productivas, costos mayores, menor demanda, precios a la baja y pérdida de colmenas y apicultores-
La zafra de producción de miel “está resultando muy pobre”, informó a El Observador Agropecuario Ruben Riera, presidente de la Sociedad Apícola Uruguaya (SAU).
Explicó que en la mayor parte del país la cosecha primaveral “ha sido escasísima, con productores con varios cientos de colmenas, incluso más de 1.000, que no superan los 10 kilos por colmena”.
Precisó que no obstante ello, en algunas regiones con praderas de Lotus los apicultores han logrado cosechas buenas y esperan mejorarlas en el resto del verano.
Explicó que el clima una vez más ha perjudicado a los apicultores. Hubo un exceso de lluvias que por diferentes vías daña a la producción de miel. Las abejas no trabajan los días de lluvia, y trabajan menos cuando está nublado y el acceso a los campos se dificulta, por ende la producción de néctar es menor.
En otro orden, las esperanzas de una buena cosecha otoñal “son muy débiles”, considerando que “desde hace unos años es escasa, salvo en las áreas forestadas con eucaliptos”.
La mala cosecha primaveral también trajo problemas a los apicultores que llevan sus colmenas a las forestaciones con eucaliptos (ello involucró a unas 50.000 colmenas la zafra pasada).
Esos productores no disponen de recursos económicos para cubrir los gastos que demanda la preparación de las colmenas, su traslado y cuota de ingreso a la forestación.
“En la SAU estamos trabajando para sensibilizar a instituciones públicas y privadas a los efectos de adoptar medidas que permitan mitigar las dificultades económicas que atraviesa el sector y que se van a profundizar durante la invernada apícola”, afirmó.
Por otra parte, señaló, está la comercialización de la cosecha de esta zafra, comercialización que se ha visto frenada, aparentemente por baja demanda desde el exterior. El precio manejado hasta hace pocos días era de US$ 3 a US$ 3,10 por el kilo de miel. “Este valor es inferior al de la zafra pasada y lejano a las expectativas del sector. Incluso se ha hablado de una posible baja. Tal es la situación que un remate de miel por pantalla previsto para el 25 de febrero fue pospuesto para el 25 de marzo”, opinó Riera.
Pérdida de apicultores
De mantenerse la tendencia de los últimos años (bajos promedios de producción en la mayoría de las zafras, altos costos de producción más exigentes requisitos administrativos, de equipamiento y locativos) “continuaremos asistiendo a la pérdida de apicultores”.
En relación al tema costos de producción, han surgido factores que parecen haberse instalado definitivamente. Citó el aumento de la pérdida de colmenas, ya no sólo en invierno, sino también en primavera-verano, debido a déficits nutricionales, enfermedades, efectos tóxicos agudos y subagudos de agroquímicos de uso masivo (“hoy predominantemente los neonicotinoides”, dijo) y los elevados costos en nutrición y medicamentos.
Riera dijo que “los apicultores van abandonando su profesión para dedicarse a trabajar en otras actividades de menor riesgo y a la vez con mejores ingresos”.
“Cuando se analizan las condiciones en que desempeñan los apicultores de la región sus emprendimientos, es clara nuestra falta de competitividad”, indicó.
A pesar de los factores negativos que están incidiendo en los últimos años, el número de colmenas se ha mantenido en unas 500 mil a 550 mil.
Sin embargo, se ha modificado la distribución con un desplazamiento desde el sur al norte en la búsqueda de trabajar en las proximidades de las forestaciones de eucaliptos.
En el número de apicultores, es notorio su descenso en los últimos 10 años. “Hacia el año 2006, cuando aún la presión ministerial sobre el sistema de trazabilidad de la miel se acentuó significativamente, contábamos con unos 4.000 apicultores inscriptos en el Registro Nacional de Propietarios de Colmenas, pero teníamos muy claro que había propietarios y colmenas que estaban fuera del registro”, comentó.
En el año 2014, complementó el presidente de la SAU, “se registraron unos 2.800 apicultores, o sea que hubo un descenso de un 30% o más si los números ahora se ajustasen a la realidad en 2006”.
Se estima que hay ahora un descenso del 5% anual en el número de apicultores.
“Lamentablemente, no hay indicadores que permitan vislumbrar un cambio favorable sustancial: los problemas de sanidad clásicos y los inducidos por agroquímicos siguen siendo graves; hay tasas importantes de mortalidad dentro y fuera de las forestaciones de eucaliptos (a pesar del esfuerzo de los apicultores por medicar, alimentar, trasladar y renovar reinas en sus colmenas). Tenemos un precio de la miel que a la mayoría de los apicultores muchas veces no le permite costear los gastos; año a año hay más exigencias para satisfacer el Sistema de Trazabilidad de la Miel; hay un costo del combustible muy superior al de Argentina y Brasil; y tenemos un modelo agropecuario que progresivamente va ahogando a la apicultura (uso masivo de insecticidas y herbicidas, concentración de las tierras en menos manos, grandes extensiones monoflorales, etcétera”, explicó Riera en su análisis.
Un repaso a los logros
Consultado sobre qué se podría hacer para frenar o revertir esta situación desfavorable, Riera señaló que los apicultores han perdido horas de trabajo luchando por medidas que beneficien al sector. La SAU, trabajando desde la Comisión Honoraria de Desarrollo Apícola (CHDA) y en forma independiente, ha permitido alcanzar ciertos logros, pero no han sido suficientes.
Esos logros, según detalló Riera, son: desde el punto de vista gremial concretó la marcha de 2009 tras la cual se pudo alinear a los apicultores de todo el país; la abolición del uso foliar del fipronil; los planes de emergencia de azúcar de 2008 y 2009; fondos permanentes para la CHDA en la ley de Presupuesto de 2010; el acceso a la compra de azúcar a precio de uso industrial; y la creación de una comisión para facilitar y regular el acceso de los apicultores a las forestaciones.
Si bien el Estado ha tomado medidas que han pretendido superar muchas de las dificultades que atraviesa el sector, “es claro que las mismas han sido insuficientes de acuerdo a lo que arrojan los resultados numéricos”, citó.
Principales necesidades del sector
Ruben Riera explicó a El Observador Agropecuario las medidas prioritarias que desde la Sociedad Apícola Uruguaya (SAU) se reclaman para corregir la situación adversa en el sector apícola nacional.
“Promover una agricultura que implique un mínimo uso de insecticidas de alta toxicidad o incluso la abolición de los insecticidas neurotóxicos: ya se logró con el fipronil, pero tenemos presentes los neonicotinoides y el sulfoxaflor en vías de habilitación;
Generar corredores biológicos que permitan proteger la biodiversidad vegetal y animal;
El uso intensivo de agroquímicos, la dificultad para entrar con colmenas a los campos y la necesidad imperiosa de aprovechas la floración de los eucaliptos en las forestaciones requieren de un vehículo apropiado como ocurre en países donde se tiene una apicultura desarrollada (en Australia, Canadá y Estados Unidos, por ejemplo). Si queremos conservar el potencial polinizador de las abejas, la rentabilidad del sector, la salud física de los apicultores y evitar accidentes viales, se tiene que facilitar el acceso a un vehículo de unas cuatro toneladas de carga, 4x4, libre de impuestos. Así como el tractor es una necesidad básica para el agricultor, también lo es el vehículo 4x4 para el apicultor. De acuerdo al número de colmenas manejadas habría que definir si la adjudicación se hace en forma individual o a grupos cooperativos;
Elaborar un sistema de trazabilidad de la miel que se ajuste a las exigencias internacionales evitando requisitos prescindibles. Tan o más importante que el sistema de trazabilidad es evitar que la miel se contamine con agroquímicos;
Sanciones ejemplarizantes a quienes no cumplen con la normativa correspondiente al uso de agroquímicos. Hasta ahora el único que ha pago las mortandades ha sido el apicultor. Ni el Estado, ni los responsables de esparcir agroquímicos, han resarcido a los apicultores por los millares de colmenas muertas o inproductivas”.
Explicó que en la mayor parte del país la cosecha primaveral “ha sido escasísima, con productores con varios cientos de colmenas, incluso más de 1.000, que no superan los 10 kilos por colmena”.
Precisó que no obstante ello, en algunas regiones con praderas de Lotus los apicultores han logrado cosechas buenas y esperan mejorarlas en el resto del verano.
Explicó que el clima una vez más ha perjudicado a los apicultores. Hubo un exceso de lluvias que por diferentes vías daña a la producción de miel. Las abejas no trabajan los días de lluvia, y trabajan menos cuando está nublado y el acceso a los campos se dificulta, por ende la producción de néctar es menor.
En otro orden, las esperanzas de una buena cosecha otoñal “son muy débiles”, considerando que “desde hace unos años es escasa, salvo en las áreas forestadas con eucaliptos”.
La mala cosecha primaveral también trajo problemas a los apicultores que llevan sus colmenas a las forestaciones con eucaliptos (ello involucró a unas 50.000 colmenas la zafra pasada).
Esos productores no disponen de recursos económicos para cubrir los gastos que demanda la preparación de las colmenas, su traslado y cuota de ingreso a la forestación.
“En la SAU estamos trabajando para sensibilizar a instituciones públicas y privadas a los efectos de adoptar medidas que permitan mitigar las dificultades económicas que atraviesa el sector y que se van a profundizar durante la invernada apícola”, afirmó.
Por otra parte, señaló, está la comercialización de la cosecha de esta zafra, comercialización que se ha visto frenada, aparentemente por baja demanda desde el exterior. El precio manejado hasta hace pocos días era de US$ 3 a US$ 3,10 por el kilo de miel. “Este valor es inferior al de la zafra pasada y lejano a las expectativas del sector. Incluso se ha hablado de una posible baja. Tal es la situación que un remate de miel por pantalla previsto para el 25 de febrero fue pospuesto para el 25 de marzo”, opinó Riera.
Pérdida de apicultores
De mantenerse la tendencia de los últimos años (bajos promedios de producción en la mayoría de las zafras, altos costos de producción más exigentes requisitos administrativos, de equipamiento y locativos) “continuaremos asistiendo a la pérdida de apicultores”.
En relación al tema costos de producción, han surgido factores que parecen haberse instalado definitivamente. Citó el aumento de la pérdida de colmenas, ya no sólo en invierno, sino también en primavera-verano, debido a déficits nutricionales, enfermedades, efectos tóxicos agudos y subagudos de agroquímicos de uso masivo (“hoy predominantemente los neonicotinoides”, dijo) y los elevados costos en nutrición y medicamentos.
Riera dijo que “los apicultores van abandonando su profesión para dedicarse a trabajar en otras actividades de menor riesgo y a la vez con mejores ingresos”.
“Cuando se analizan las condiciones en que desempeñan los apicultores de la región sus emprendimientos, es clara nuestra falta de competitividad”, indicó.
A pesar de los factores negativos que están incidiendo en los últimos años, el número de colmenas se ha mantenido en unas 500 mil a 550 mil.
Sin embargo, se ha modificado la distribución con un desplazamiento desde el sur al norte en la búsqueda de trabajar en las proximidades de las forestaciones de eucaliptos.
En el número de apicultores, es notorio su descenso en los últimos 10 años. “Hacia el año 2006, cuando aún la presión ministerial sobre el sistema de trazabilidad de la miel se acentuó significativamente, contábamos con unos 4.000 apicultores inscriptos en el Registro Nacional de Propietarios de Colmenas, pero teníamos muy claro que había propietarios y colmenas que estaban fuera del registro”, comentó.
En el año 2014, complementó el presidente de la SAU, “se registraron unos 2.800 apicultores, o sea que hubo un descenso de un 30% o más si los números ahora se ajustasen a la realidad en 2006”.
Se estima que hay ahora un descenso del 5% anual en el número de apicultores.
“Lamentablemente, no hay indicadores que permitan vislumbrar un cambio favorable sustancial: los problemas de sanidad clásicos y los inducidos por agroquímicos siguen siendo graves; hay tasas importantes de mortalidad dentro y fuera de las forestaciones de eucaliptos (a pesar del esfuerzo de los apicultores por medicar, alimentar, trasladar y renovar reinas en sus colmenas). Tenemos un precio de la miel que a la mayoría de los apicultores muchas veces no le permite costear los gastos; año a año hay más exigencias para satisfacer el Sistema de Trazabilidad de la Miel; hay un costo del combustible muy superior al de Argentina y Brasil; y tenemos un modelo agropecuario que progresivamente va ahogando a la apicultura (uso masivo de insecticidas y herbicidas, concentración de las tierras en menos manos, grandes extensiones monoflorales, etcétera”, explicó Riera en su análisis.
Un repaso a los logros
Consultado sobre qué se podría hacer para frenar o revertir esta situación desfavorable, Riera señaló que los apicultores han perdido horas de trabajo luchando por medidas que beneficien al sector. La SAU, trabajando desde la Comisión Honoraria de Desarrollo Apícola (CHDA) y en forma independiente, ha permitido alcanzar ciertos logros, pero no han sido suficientes.
Esos logros, según detalló Riera, son: desde el punto de vista gremial concretó la marcha de 2009 tras la cual se pudo alinear a los apicultores de todo el país; la abolición del uso foliar del fipronil; los planes de emergencia de azúcar de 2008 y 2009; fondos permanentes para la CHDA en la ley de Presupuesto de 2010; el acceso a la compra de azúcar a precio de uso industrial; y la creación de una comisión para facilitar y regular el acceso de los apicultores a las forestaciones.
Si bien el Estado ha tomado medidas que han pretendido superar muchas de las dificultades que atraviesa el sector, “es claro que las mismas han sido insuficientes de acuerdo a lo que arrojan los resultados numéricos”, citó.
Principales necesidades del sector
Ruben Riera explicó a El Observador Agropecuario las medidas prioritarias que desde la Sociedad Apícola Uruguaya (SAU) se reclaman para corregir la situación adversa en el sector apícola nacional.
“Promover una agricultura que implique un mínimo uso de insecticidas de alta toxicidad o incluso la abolición de los insecticidas neurotóxicos: ya se logró con el fipronil, pero tenemos presentes los neonicotinoides y el sulfoxaflor en vías de habilitación;
Generar corredores biológicos que permitan proteger la biodiversidad vegetal y animal;
El uso intensivo de agroquímicos, la dificultad para entrar con colmenas a los campos y la necesidad imperiosa de aprovechas la floración de los eucaliptos en las forestaciones requieren de un vehículo apropiado como ocurre en países donde se tiene una apicultura desarrollada (en Australia, Canadá y Estados Unidos, por ejemplo). Si queremos conservar el potencial polinizador de las abejas, la rentabilidad del sector, la salud física de los apicultores y evitar accidentes viales, se tiene que facilitar el acceso a un vehículo de unas cuatro toneladas de carga, 4x4, libre de impuestos. Así como el tractor es una necesidad básica para el agricultor, también lo es el vehículo 4x4 para el apicultor. De acuerdo al número de colmenas manejadas habría que definir si la adjudicación se hace en forma individual o a grupos cooperativos;
Elaborar un sistema de trazabilidad de la miel que se ajuste a las exigencias internacionales evitando requisitos prescindibles. Tan o más importante que el sistema de trazabilidad es evitar que la miel se contamine con agroquímicos;
Sanciones ejemplarizantes a quienes no cumplen con la normativa correspondiente al uso de agroquímicos. Hasta ahora el único que ha pago las mortandades ha sido el apicultor. Ni el Estado, ni los responsables de esparcir agroquímicos, han resarcido a los apicultores por los millares de colmenas muertas o inproductivas”.
Las cifras
10 kilos por colmena en esta zafra (un rendimiento bueno son 30 kilos).
US$ 3,10 por kilo se logra en los negocios (otro registro que no es bueno).
500.000 número mínimo de colmenas que se estima están produciendo.
2.800 apicultores en actividad; en 2006 eran 4.000 productores.
5% es la tasa anual de descenso en el número de apicultores.
Fuente: http://www.elobservador.com.uy/
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