¡Etiquétemelo!
16 AGOSTO 2013 ESCRITO POR: ELIANA GILET
Cambiará identificación de alimentos transgénicos en Montevideo
La División Jurídica de la Intendencia de Montevideo (im) estudia un proyecto de decreto que establece la obligatoriedad del etiquetado de alimentos que contengan trazas de adn transgénico en su composición.
"Es un tema de derecho de los consumidores, sin entrar en ningún tipo de disquisiciones sobre efectos perjudiciales o no de los componentes transgénicos", dijo a Brecha Pablo Anzalone, director de la División Salud de la im. El proyecto a estudio plantea que todo aquel producto disponible en las góndolas y estantes de almacenes que contenga más de un 1 por ciento de componentes transgénicos deba ser identificado como tal.
La tarea comenzó ya el año pasado, cuando desde la Intendencia se envió al Ministerio de Salud Pública (msp) una nota en la que se proponía la mencionada tarea. Según relató Anzalone, el ministerio respondió que para encarar el tema debía contar con una norma a nivel nacional que lo amparara –actualmente el decreto que regula la temática establece que el etiquetado es voluntario– pero que la im tenía potestad para impulsar la propuesta dentro de su jurisdicción. El Laboratorio de Bromatología, como unidad encargada del servicio de regulación alimentaria, ya venía trabajando junto con el Laboratorio de Trazabilidad Molecular de la Facultad de Ciencias en la puesta a punto de la tecnología necesaria para llevar el control de la nueva regulación. Uno de esos primeros trabajos en conjunto, financiado por la im y realizado por el mencionado laboratorio, fue el análisis de 20 tipos de polenta disponibles en plaza. Según el estudio, realizado en 2011, las 18 harinas de maíz a las que pudo extraerse muestras de adn para analizar contenían restos de maíz transgénico en su producto final y disponible para su venta libre en el mercado, sin ningún tipo de identificación al respecto.
El proceso en la im incluyó también reuniones periódicas con una serie de organizaciones interesadas en la temática, las que a su vez elevaron una propuesta similar el mes pasado a la Comisión de Salud del Parlamento, para activar un proceso similar a nivel nacional (véase Brecha, 12-VII-13).
La tarea comenzó ya el año pasado, cuando desde la Intendencia se envió al Ministerio de Salud Pública (msp) una nota en la que se proponía la mencionada tarea. Según relató Anzalone, el ministerio respondió que para encarar el tema debía contar con una norma a nivel nacional que lo amparara –actualmente el decreto que regula la temática establece que el etiquetado es voluntario– pero que la im tenía potestad para impulsar la propuesta dentro de su jurisdicción. El Laboratorio de Bromatología, como unidad encargada del servicio de regulación alimentaria, ya venía trabajando junto con el Laboratorio de Trazabilidad Molecular de la Facultad de Ciencias en la puesta a punto de la tecnología necesaria para llevar el control de la nueva regulación. Uno de esos primeros trabajos en conjunto, financiado por la im y realizado por el mencionado laboratorio, fue el análisis de 20 tipos de polenta disponibles en plaza. Según el estudio, realizado en 2011, las 18 harinas de maíz a las que pudo extraerse muestras de adn para analizar contenían restos de maíz transgénico en su producto final y disponible para su venta libre en el mercado, sin ningún tipo de identificación al respecto.
El proceso en la im incluyó también reuniones periódicas con una serie de organizaciones interesadas en la temática, las que a su vez elevaron una propuesta similar el mes pasado a la Comisión de Salud del Parlamento, para activar un proceso similar a nivel nacional (véase Brecha, 12-VII-13).
Los sospechosos del proceso. La técnica utilizada es la reacción en cadena de polimerasa, o pcr, por sus siglas en inglés, una tecnología de biología molecular que "identifica la caja de genes transgénicos, una especie de nueva sección genética, 'el casete' que se inserta en otro organismo" y que permite cuantificar esa cantidad, según explicó a este semanario Gustavo Lancividad, director del Laboratorio de Bromatología.
La Intendencia ya invirtió en la compra del equipo –costó unos 50 mil dólares, según supo Brecha extraoficialmente– que será instalado próximamente, y el laboratorio ya está comprando los reactivos para los análisis.
Los pasos legales que faltan –que según se estima desde la comuna se darán en algunas semanas– son que el proyecto de decreto tome su forma definitiva en Jurídica, pase a manos de la intendenta para que adopte su resolución al respecto, y sea transferido a la Junta Departamental para que ésta lo promulgue y lo reglamente.
Ni lerdos ni perezosos, con la idea de que el proyecto tiene amplio respaldo político, en Bromatología ya están planeando el comienzo de la tarea. "Vamos a comenzar a analizar aquellos productos que contengan soja y maíz, los cultivos transgénicos aprobados hasta el momento en el país", afirmó Lancividad. "El etiquetado es simplemente la inclusión de un sticker en el producto –del tamaño que indique la posterior reglamentación– que indique que contiene elementos transgénicos", agregó. El proyecto de decreto excluye aquellos alimentos que se sirven en los restaurantes. El costo será incluido como parte de la tasa bromatológica –que no es un impuesto, sino el cobro por el servicio brindado–, monto que aún no está establecido.
Lancividad comentó que esta es apenas una de las líneas de trabajo conjunto mantenido con la Facultad de Ciencias, pero es la que adquiere mayor visibilidad "porque tiene que ver con un tema muy sensible para la opinión pública".
Durante el jueves 8 y el viernes 9, en la sala del impo pudo verse esa sensibilidad aflorar en sujetos tan dispares como una multitud de estudiantes de nutrición, productores orgánicos del área metropolitana de Montevideo y Canelones y técnicos y especialistas vinculados a la temática. Durante dos días se dieron cita en el tercer seminario sobre etiquetado de alimentos transgénicos organizado por el Slow Food canario,1 en el que compartieron información y experiencias que desbordaron el mero interés del "consumidor preocupado", incluyendo necesariamente las variables de análisis que implican que el país sea productor y no sólo consumidor de este tipo de alimentos. n
La Intendencia ya invirtió en la compra del equipo –costó unos 50 mil dólares, según supo Brecha extraoficialmente– que será instalado próximamente, y el laboratorio ya está comprando los reactivos para los análisis.
Los pasos legales que faltan –que según se estima desde la comuna se darán en algunas semanas– son que el proyecto de decreto tome su forma definitiva en Jurídica, pase a manos de la intendenta para que adopte su resolución al respecto, y sea transferido a la Junta Departamental para que ésta lo promulgue y lo reglamente.
Ni lerdos ni perezosos, con la idea de que el proyecto tiene amplio respaldo político, en Bromatología ya están planeando el comienzo de la tarea. "Vamos a comenzar a analizar aquellos productos que contengan soja y maíz, los cultivos transgénicos aprobados hasta el momento en el país", afirmó Lancividad. "El etiquetado es simplemente la inclusión de un sticker en el producto –del tamaño que indique la posterior reglamentación– que indique que contiene elementos transgénicos", agregó. El proyecto de decreto excluye aquellos alimentos que se sirven en los restaurantes. El costo será incluido como parte de la tasa bromatológica –que no es un impuesto, sino el cobro por el servicio brindado–, monto que aún no está establecido.
Lancividad comentó que esta es apenas una de las líneas de trabajo conjunto mantenido con la Facultad de Ciencias, pero es la que adquiere mayor visibilidad "porque tiene que ver con un tema muy sensible para la opinión pública".
Durante el jueves 8 y el viernes 9, en la sala del impo pudo verse esa sensibilidad aflorar en sujetos tan dispares como una multitud de estudiantes de nutrición, productores orgánicos del área metropolitana de Montevideo y Canelones y técnicos y especialistas vinculados a la temática. Durante dos días se dieron cita en el tercer seminario sobre etiquetado de alimentos transgénicos organizado por el Slow Food canario,1 en el que compartieron información y experiencias que desbordaron el mero interés del "consumidor preocupado", incluyendo necesariamente las variables de análisis que implican que el país sea productor y no sólo consumidor de este tipo de alimentos. n
1. Las presentaciones en audio y vídeo de la actividad pueden consultarse en la web de la organización: slowfoodcanelones.blogspot.com
Fuente: brecha.com.uy/
No hay comentarios:
Publicar un comentario