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martes, 2 de abril de 2013

Contaminación en el Canelón Chico afecta agua potable


El arroyo que desemboca en Aguas Corrientes está saturado de basura




El único curso de agua próximo a la ciudad de Canelones es el arroyo Canelón Chico. “Es de un pequeño caudal pero allí se tiran muchas porquerías”, señaló Emanuel Machín, magíster en Ciencias Biológicas. Al montevideano que no sabe de dónde viene el agua que sale de su canilla debería importarle: desemboca sobre la represa de Aguas Corrientes, de la que provino el agua con mal olor y sabor hace pocas semanas.

“Mucha del agua que toma la gente de Montevideo viene de este rincón. Si se protegiera sería un filtro para los contaminantes que vienen de Canelones y sus fábricas”, dijo Machín a El Observador. Un equipo de especialistas impulsa allí la creación de un área protegida debido a su importancia para la conservación de la biodiversidad.

Agua turbia


En la elaboración de la propuesta para crear una área protegida a la altura de la estación de tren François Margat, Machín y sus colaboradores constataron el deterioro de la zona cercana a la planta de tratamiento de aguas residuales de OSE, instalada al norte de la ciudad de Canelones. Allí el agua “corre turbia”. En enero y febrero aparecieron decenas de peces muertos en el cauce. Las ramas de las plantas de las orillas están negras y secas.

Las familias productoras de ese rincón de Canelón Chico debieron “reducir sus cabezas de ganado”, debido a que los animales se negaban a beber del arroyo y “no les era sustentable” conseguirles agua de una fuente más lejana.

A la planta llegan el saneamiento y la barométrica. Luego del tratamiento, las aguas son devueltas al arroyo que, junto con la basura y otros contaminantes, recorren 10 kilómetros hasta la planta potabilizadora. “Por más tratamientos que se le haga al agua, no creo que todo pueda ser eliminado por la potabilización”, cuestionó Machín.

El representante del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en Uruguay, Diego Martino, recordó al portal 180 que Canelón Chico tuvo un registro de hasta 9.300 microgramos de fósforo por litro de agua en 2011. El límite permitido es de 25 microgramos, es decir, 372 veces más.

El fósforo es uno de los elementos claves para el crecimiento de plantas y animales, pero en forma elemental, es muy tóxico. La descomposición de pesticidas orgánicos puede liberar fósforo y la soja requiere fertilizantes muy potentes.

De las 400 hectáreas que Machín y su equipo quieren proteger, 150 hectáreas del bosque ribereño están “invadidas” por la soja.

La creación del área protegida sería, para Machín, una solución “mucho más barata” que la compra de filtros de carbón activado para Aguas Corrientes para detener microcistinas (cianobacterias tóxicas) y plaguicidas. Bastaría con la expropiación de terrenos y la administración de un parque natural. “Un shopping de una manzana sale 10 veces más”, ilustró Machín.

La restauración del bosque nativo que pretende el proyecto evitaría la erosión de la tierra y, a la vez, contribuiría al filtrado natural del agua. “Lo ideal sería preservar toda la cuenca del Santa Lucía”, agregó.

Males urbanos

La carga del Canelón Chico se completa con basura y residuos industriales, debido al aumento de los desperdicios urbanos de una ciudad que “crece sin ninguna planificación”. La reciente urbanización de Canelones ocasionó un incremento en la tala del bosque nativo, la desecación del bañado, la llegada de nuevas especies invasoras y la alteración en la calidad del agua.

Los residuos de 19.865 personas, tienen disposición final en el vertedero Cañada Grande, ubicado en la Ruta 8. Allí llegan 400 toneladas diarias.

No obstante, una cantidad no estimada de residuos prolonga sus días en basurales endémicos, muchos próximos a cañadas. Una vez en el agua, pasan a Canelón Chico y de éste al río Santa Lucía, hasta las puertas de la planta potabilizadora. “La basura no tiene ningún tipo de control. Yo no sé si son inoperantes o no les interesa”, criticó el biólogo.

A esto se agrega el antiguo basurero, ubicado a 300 metros del cauce del arroyo. “En cada crecida, el arroyo y el viejo basurero entran en contacto”, ilustró Machín. Eso no es bueno. En ese recinto no se aplicó ningún criterio de clasificación por lo que allí están enterrados elementos altamente contaminantes como baterías de autos o pilas.

Y, con todo, el frigorífico Canelones hace su parte. Machín apuntó que el establecimiento creció “considerablemente” en los últimos 5 años, por lo que se procedió a construir “grandes depósitos” para la basura. El resultado es que el mal olor se percibe desde la Ruta 5, a un kilómetro de distancia. Los despercidios, luego de procesados, son vertidos en el arroyo.


Despreciados

La descalificación de las advertencias de científicos por parte de OSE y del MVOTMA irritaron a Machín. “Esto es igual que la inquisición con Galileo. Te desprecian y te tratan de populacho de izquierda”, comentó.



Un tesoro natural al que le urge protección

En una extensión de 400 hectáreas habitan al menos 10 especies de anfibios, 70 de árboles nativos y 123 de aves (el 30% de las aves que habitan en el país). Esta región está adyacente al área Humedales del Santa Lucía, que será incorporada al Sistema Nacional de Áreas Protegidas. El lugar tiene varios propietarios pero no ha sido muy explotado, por lo que se encuentra “bastante conservado”, explicó el biólogo Emanuel Machín. Él mismo encabeza la propuesta para declarar ese espacio como área protegida. Machín y los demás investigadores presentaron al municipio y a la secretaría de Medio Ambiente de Canelones un informe en el que justifican por qué el predio debería ser preservado. La propuesta se titula “Área protegida Estación François Margat”, debido a la cercanía con dicha estación ferroviaria. La biodiversidad del lugar es apenas una de las razones. Es la presencia de especies consideradas prioritarias o amenazadas la que hace aún más urgente la protección. Pájaros como la pajonalera de pico curvo y el caracolero son solo algunos ejemplos. Por otro lado, los investigadores también registraron varias especies invasoras, como la planta zarzamora y la espina corona. Si no se actúa sobre ellas a tiempo, terminarán con las especies nativas.


Fuente: http://www.elobservador.com.uy/

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