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domingo, 3 de mayo de 2009

La crisis alimentaria y el embate de los transgénicos

Javier Souza Casadinho
Coordinador Regional de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas
de América Latina
Rivadavia 4097. Marcos Paz. Buenos Aires. Argentina 0054- 0220-4772-171

Evidentemente asistimos a una crisis en torno a la soberanía alimentaria derivada de una violación de los cuatro principios que hacen a sus condiciones inherentes; por un lado existe una crisis de producción de alimentos ligada a un creciente proceso de sustitución de cultivos a partir del cual se destinan una alta proporción de tierras a la siembra de vegetales con destino a la obtención de piensos para animales y a la producción de agrocombustibles. Asistimos además a una crisis en el acceso a los alimentos ligada al incremento de sus precios, a los bajos salarios y al desempleo. Crisis de continuidad en el suministro, dada la fluctuación en la oferta – en la Argentina por ejemplo a la incertidumbre derivada de la imposición de las retenciones y al paro agrario – y por último crisis en la calidad de los alimentos dada la posible contaminación con plaguicidas y el origen transgénico de las semillas. Existe un fuerte incremento de los precios internacionales de los commodityes agrícolas; desde el año 2002 a la fecha, tomando las cotizaciones del golfo de México, se produjeron aumentos en los precios del maíz trigo y soja cercanos al 250%. Este incremento deriva en la consecuente suba en el precio de los alimentos, proceso que a vez a se halla ligado a varias causas que se superponen y retroalimentan. En primer lugar la sojización, el avance del cultivo de soja, por sobre las siembras de especies destinadas a la alimentación de las personas, determina una menor disponibilidad de comida. La soja, dada su rentabilidad y facilidad de manejo, reemplaza a los cultivos de trigo, frutas, a la papa y hasta a las hortalizas.
Ligado al proceso anterior, la crisis derivada de los precios del petróleo ha determinado la búsqueda de alternativas en la producción de energía a partir de vegetales, en este caso la producción de soja para la obtención de biodiesel y de maíz para la obtención de etanol. Por otra parte se ha verificado un incremento en los precios de los insumos, desde el año 2002 se incrementaron los precios cerca del 420 % en el fosfato diamónico, 300 % en la urea y 305% en los fletes. Este incremento determina cambios en las estrategias productivas de los agricultores y cambio en la oferta relativa de cada uno de las especies cultivadas. Además de dedicarse más tierras a los monocultivos se asiste a un proceso creciente de Urbanización, tanto en los países del primer mundo como en los subdesarrollados. Por ejemplo en China mas de 7 millones de Ha han pasado a la urbanización, algo similar, pero de menor proporción, se da en Francia. En este caso la cesión de tierras desde dedicadas a la actividad agrícola determina una menor superficie de siembra de alimentos. También, en el caso de la oferta de granos no se debe olvidar que el cambio climático impacta en la producción agropecuaria. En este caso las condiciones del tiempo – humedad relativa, lluvias y temperatura - existentes en las principales zonas trigueras de Argentina no son las más apropiadas. La cantidad de agua en el perfil del suelo no es suficiente a fin de asegurar la germinación de las plantas y su posterior desarrollo , además es probable que en el invierno se alternen períodos templados con períodos fríos a causa del ingreso del aire polar , esta alteración crecimiento – interrupción afectara el crecimiento mermando los rindes. El incremento en el precio de los alimentos semeja juego de suma cero por cada ganador – productores, estado, empresas comercializadoras, etc. - existe un perdedor, los consumidores. Los salarios reales están estancados y la pobreza, así como la desigualdad en los ingresos, está en aumento.
Indudablemente, y visto desde la demanda, existe una mejora en el
acceso a la alimentación, lo primero que hace una persona pobre ante el
incremento de los ingresos o subsidios del estado es alimentarse mejor. De
ésta manera se incrementa la demanda frente a una oferta complicada
En éste contexto de incremento de precios, sumado a la política cambiaria
que sostiene el precio del dólar, el gobierno Argentino decide colocar
retenciones móviles – derechos de exportación- con dos objetivos ; a- Uno
fiscal, Incrementar la masa de dinero recaudada por el estado , fondos
destinados a proyectos sociales – subsidios , construcción de hospitales. BDesacoplar
los precios internos de los internacionales – bajar el precio interno de los productos que Argentina exporta-. En éste último caso al colocarse retenciones, las agroindustrias que realizan sus tareas en Argentina obtienen sus materias primas – trigo, soja, maíz, leche- , a precios más bajos que los internacionales con lo cual al reducirse los costos pueden ofrecer sus productos teóricamente a precios más bajos. En este caso la existencia de oligopolios, en un mercado de competencia imperfecta, lleva a que los precios sean manipulados de acuerdo a las conveniencias – en la argentina son claros ejemplos los precios alcanzados por la carne, harinas y aceites.
Ahora bien las retenciones, al impactar en el precio obtenido por los productores, y de ésta manera incidir en los ingresos globales, son muy tenidas en cuenta al realizarse los márgenes brutos de cada actividad y cultivo. Así puede ocurrir que cultivos con menos retenciones – por ejemplo el maíz- no sean escogidos por los productores dado que poseen mayores costos de producción, menores expectativas de rendimientos, mayor dificultad en la ejecución o un mayor riesgo climático o económico. Ante esta situación el gobierno ha decidido, en ausencia de una política global, continuar con sus instrumentos económicos; dólar alto, retenciones, subsidios cruzados, por ejemplo para la adquisición del gas oíl. ¿La tecnología como Correctora de desequilibrios? Tradicionalmente la tecnología ha actuado como correctora de la brecha entre la demanda y la oferta de alimentos, cuando se habla de tecnología se debe hacer referencia no solo a las tecnologías modernas como las semillas mejoradas o la maquinaria sino a las tecnologías apropiadas. Mientras que las primeras poseen un gran impacto económico y ambiental las segundas se hallan adaptadas al entorno social, económico y cultural en el cual se aplican.
En la actualidad, y como si los ejemplos que poseemos de su impacto social, económico y ambiental no fueran suficientes, se vuelve a pensar en la ingeniería genética como “la herramienta” no solo para incrementar la producción sino para resolver los impactos y desequilibrios que ella misma ha generado: la erosión genética, la pérdida en la fertilidad de los suelos, el uso de plaguicidas, etc.
Las empresas semilleras, devenidas en agroindustrias integradas que producen desde las semillas y los plaguicidas hasta el procesamiento y transporte de los alimentos, en su afán de posicionarse destinan una porción cada vez mas grande de sus beneficios no solo a la investigación –por ejemplo Dowagrosciences destina mas del 10 % de los ingresos obtenidos en ventas a la investigación y desarrollo de nuevas moléculas - sino al relacionamiento público con la finalidad de presentarlas como una solución para la obtención de energías renovables y a la escasez de alimentos. De ésta manera al repartir folletos, materiales en las escuelas o realizar obras en la comunidad se presentan como “empresas de la salud”, “empresas de los alimentos”, etc. Nada nuevo, siguen escondiendo sus verdaderos intereses: Controlar oligopolicamente el mercado, incrementando la dependencia tecnológica y así obtener más ganancias. La Concentración de empresas – por compras o alianzas estratégicas del tipo joint venture, tanto en la etapa de producción como en la comercialización, persiguen el objetivo de incrementar su participación en el mercado, evitar la competencia, aprovechar las innovaciones y apoderarse de los nichos locales.
Éstas empresas buscan oportunidades en todo el mundo, allí donde se realice una actividad agrícola, allí donde existan posibilidades de vender semillas y procesar cultivos, estas compañías investigarán y llevarán adelante sus estrategias productivo- comerciales a fin de incrementar sus ganancias.
Para las empresas dedicadas a la ingeniería genética es un problema que los países no reconozcan y legislen acerca de los derechos de propiedad sobre las semillas – derechos, patentes -. En éste caso, algunas de las empresas existentes en Argentina afirman que “ninguna empresa investigará sobre nuevos genes si después de gastar dinero en la investigación no se pueden cobrar regalías”. La realidad es bien diferente, en una alocada carrera para posicionarse frente a las empresas de la competencia las empresas patentan no solo genes sino secuencias de los mismos y hasta procesos de investigación.
En la Argentina , por ejemplo, la empresa Syngenta a través de su marca de biotecnología “agrisure” se halla buscando la aprobación de “apilado de tolerancia” a lepidópteros – gusanos - y al herbicida glifosato. Esto significa obtener una semilla que tenga incorporado los dos genes extraños. En teoría, esta semilla originará una planta capaz de resistir o tolerar el ataque de insectos del orden lepidóptero – gusanos – y además resistir al herbicida glifosato. Atendiendo a ésta última medida seguramente se utilizará una mayor cantidad de herbicida glifosato como método de control de hierbas silvestres. No debería extrañarnos que esta mayor utilización de herbicidas resulte en un incremento de la resistencia de hierbas al mismo, reforzando el círculo vicioso de los plaguicidas. A la resistencia le sigue el incremento en las aplicaciones, “las pasadas de plaguicidas”, y de las dosis de uso.
La concentración de tierras
Desde hace más de 30 años se asiste en la Argentina a un proceso de “contra reforma “agraria, proceso que se ha acelerado en los últimos años. La intensificación en las necesidades de capital requeridas para llevar adelante la producción derivada de la utilización de tecnologías “de escala” cada vez más caras como excluyentes – semillas, plaguicidas, etc.-inexorablemente llevan a la concentración empresarial que no siempre culmina con la venta de las tierras.
La necesidad de dinero para adquirir tecnología y así incrementar la productividad de los factores de la producción – tierra, trabajo y capital-, incrementando los rendimientos y reduciendo los costos en la producción de granos; lleva a que solo aquellos que posen capital puedan encarar esta actividad. De esta manera se produce el ingreso de capitales especulativos, empresarios que más allá de los tiempos y estrategias que deben ponerse en una actividad de riesgo y dependiente del clima, como lo son las actividades agrícolas, buscan una alta rentabilidad a corto plazo. En este contexto se impone una agricultura de tipo industrial, basada en la utilización de insumos donde se intenta independizar a la producción de la influencia de los factores ambientales, intento inútil, dado que cualquiera de las acciones llevadas a cabo impacta en el medio. La deforestación, el uso continuo de plaguicidas, el monocultivo determinan una pérdida en la capacidad de uso del suelo, la contaminación del agua y los alimentos y la pérdida de biodiversidad.
En los Pool de siembra, sistemas de producción utilizados para integrar procesos de producción y gestión desde la siembra a la venta; el volumen de capital que concentran les permite acceder a la tecnología, incrementar la superficie productiva, reducir costos de producción y disminuir el riesgo ecológico y económico. Todo esto a costa de un proceso de cesión de tierras por arrendamiento o sesión que deja en unas pocas manos las decisiones de qué producir, cómo producir y para quién producir.
Allí está unos de los problemas a resolver; mientras queden en manos de unas pocas empresas monopólicas – y extranjeras - las decisiones productivas y las relativas al cuidado del ambiente , solo se producirán los cultivos más rentables, hoy soja, mañana maíz y en el futuro lo que el mercado demande.
Acerca del desarrollo rural y las políticas del estado
Aunque las definiciones, los procesos e indicadores son diferentes todavía se confunde el crecimiento con el desarrollo. Esto no responde a la ingenuidad o la confusión sino a situaciones intencionales. Se puede crecer incrementando la producción, las exportaciones, los rendimientos, la actividad económica pero mientras el producto de ese crecimiento no se redistribuya, es decir no se transforme en mejores ingresos para todos, en una mejor acceso a la salud y a la educación, en acceso a una adecuada alimentación, no habrá desarrollo.
Una estrategia de desarrollo requiere discusiones y decisiones a nivel político. Más allá de colocar instrumentos como las retenciones que pueden actuar como elementos redistribuidores de ingresos se necesita discutir una política global y dentro de ella elementos de política específicos.
Se debería pensar, analizar e implementar una Política de tierras que encare no solo la distribución adecuada de las mismas sino los regímenes de tenencia y uso que permita una adecuada planificación y modo de utilización sustentables. Una situación diferente a los arrendamientos semestrales que existen en la actualizad.
Una política impositiva basada en la equidad y progresividad de los impuestos que realmente permita una redistribución más que “cobrar” donde sea más sencillo.
También aparece como inexorable la discusión de una política tecnológica y dentro de ella una política en torno a la investigación sobre las semillas – propiedad intelectual-, evitando el patentamiento y promoviendo la producción de semillas locales Por último se requieren políticas específicas que alienten la producción de alimentos para todos los habitantes del país, aquí se deberán pensar elementos relativos a las exenciones impositivas, subsidios diferenciales, impuestos diferenciales, créditos, sin olvidar la investigación y difusión tecnológica adaptadas a las diferentes culturas. La agricultura siempre fue una actividad compleja dados los datos que hay que procesar, de origen ambiental, ecológico, económico y cultural. En la actualidad es mayor la cantidad de información a procesar y problemas a resolver por lo cual se requiere no solo mayor acompañamiento del estado sino organización por parte de los productores.
Se debe valorizar a la agricultura sustentable, aspecto que implica la adopción de medidas políticas y sus instrumentos asociados que lleven a una mayor comprensión de los procesos y a la adopción de prácticas. Se debe lograr una certificación social de buenas prácticas de manejo agrícola y un adecuado ordenamiento territorial – por ejemplo de zonas amenazadas de biodiversidad- y también asumir el compromiso con el entorno social.La realidad es compleja su aprehensión, comprensión, discusión e intervención requiere del aporte de todos. Ya es hora de hacerlo.

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